La historiografía debe ser imparcial y objetiva, sin embargo, en ocasiones en el pensamiento filosófico se imposibilita hacer esto por medio de la presentación de juicios sobre el objeto a ser historiado. La filohistoria responde a lo anterior; para ella el interés no se encuentra en juzgar la historia, sino en observarla de una forma objetiva e intentar describir las cosas que sucedieron en el pasado.
La objetividad en la historia consiste en no introducir en lo que se estudia valoraciones o juicios subjetivos, el ser objetivo es, entonces, algo complicado para el historiador pues este, como cualquier persona, tiene unos puntos de vista e intereses particulares.
El problema de la objetividad, también se presenta en la historia del pensamiento, no obstante, en el caso de la filosofía, se afirma que ella no es una disciplina histórica igual a las demás y que si lo es, lo es de una manera especial.
La objetividad en la historia de la filosofía consistiría, según se observa en el documento, en describir con imparcialidad las doctrinas filosóficas de cada periodo histórico, cuidándose a la vez de ir a descuidar los contextos en que se desarrollaron dichas doctrinas.
Leo Strauss propone subsumir la verdad filosófica a la verdad histórica mientras que Albert Levi sostiene que es necesario, ante todo, para el historiador, observar el contexto espacio-temporal del objeto de estudio. Se denominan historia y filosofía desinteresadas a aquellas que no introducen juicios de valor en sus investigaciones.
Desde la filosofía desinteresada, se afirma que, aquellos que buscan la verdad no pueden ser objetivos respecto a los pensamientos del pasado pues, el interés de buscar la verdad o falsedad puede distorsionar la apreciación del objeto de estudio y por ende impedir la objetividad e imparcialidad.
Cuando se antepone la verdad filosófica a la verdad histórica, se dice que se esta haciendo una historiografía interesada pues, se busca ante todo indagar en torno a la verdad o falsedad de las doctrinas filosóficas.
Lo que le historiador debería hacer, antes que emitir juicios de valor, es profundizar en su objeto de estudio y en el caso de la filosofía buscar entender por que el autor opto por una solución o propuesta y no por otra.
El problema de la objetividad, también se presenta en la historia del pensamiento, no obstante, en el caso de la filosofía, se afirma que ella no es una disciplina histórica igual a las demás y que si lo es, lo es de una manera especial.
La objetividad en la historia de la filosofía consistiría, según se observa en el documento, en describir con imparcialidad las doctrinas filosóficas de cada periodo histórico, cuidándose a la vez de ir a descuidar los contextos en que se desarrollaron dichas doctrinas.
Leo Strauss propone subsumir la verdad filosófica a la verdad histórica mientras que Albert Levi sostiene que es necesario, ante todo, para el historiador, observar el contexto espacio-temporal del objeto de estudio. Se denominan historia y filosofía desinteresadas a aquellas que no introducen juicios de valor en sus investigaciones.
Desde la filosofía desinteresada, se afirma que, aquellos que buscan la verdad no pueden ser objetivos respecto a los pensamientos del pasado pues, el interés de buscar la verdad o falsedad puede distorsionar la apreciación del objeto de estudio y por ende impedir la objetividad e imparcialidad.
Cuando se antepone la verdad filosófica a la verdad histórica, se dice que se esta haciendo una historiografía interesada pues, se busca ante todo indagar en torno a la verdad o falsedad de las doctrinas filosóficas.
Lo que le historiador debería hacer, antes que emitir juicios de valor, es profundizar en su objeto de estudio y en el caso de la filosofía buscar entender por que el autor opto por una solución o propuesta y no por otra.
Por: Jesus Alejandro Villa Giraldo
Medellin, 2011
Publicado en: Revista ImpresioneVivas