agosto 27, 2017

UNA MIRADA A LA CIUDAD EN EL ULISES DE JOYCE.

Ulises, sin lugar a dudas es una de las grandes obras de nuestra época, y como ocurre con gran parte de la literatura contemporánea, su densidad, ese “bulto enorme y la mas que enorme complejidad”[1] a que alguna vez se refirió el propio Joyce, hacen del Ulises un texto bastante difícil para ser abordado en su conjunto en el corto espacio de este articulo;  por lo cual, a continuación, se hará referencia a la ciudad, no solo como el espacio físico en que se desarrolla la novela, sino, en su dimensión simbólica, como punto de partida para referencias metafóricas a la Odisea de Homero y a la historia de Dublín.

 La historia  de tres habitantes de Dublín: Dedalus, Mr. Bloom y Mrs. Bloom, que se desarrolla en el enigmático día  16 de junio de 1904, es la historia de un hombre arquetípico, que de alguna manera se forma por sus personajes tomados como conjunto ¿el señor Bloom podría ser el hombre que alguna vez será Stephen Dedalus?

El hombre de Joyce es el hombre de Dublín; y de Dublín se ha dicho que el Ulises da una imagen tan completa de esta que, si algún día desapareciese de repente esta ciudad, a partir de este libro se la podría reconstruir.

Si bien esto no pude tomarse al pie de la letra, si resalta  la importancia que en la obra de Joyce tiene la ciudad, o mas bien, ciertos aspectos y espacios de ella, no solo como el espacio en que se desenvuelven los personajes, sino como centro de la frustración e impotencia, de la parálisis moral y espiritual de unos ciudadanos que, como “Eveline”, atrapada en la parálisis de Dublín deja escapar las promesas de la huida, y como puente metafórico, en el caso de Ulises, con la Odisea.

El Dublín que Joyce  dibuja en Ulises no es Dublín, no es la belleza ni la grandeza de la ciudad en su totalidad, sino, una cierta área, tal vez la más deteriorada que se ubica en las áreas circunscritas por los canales de Dublín. La Dublín de Joyce se aprecia desde las casas de apuestas, las cantinas y los burdeles que enmarcan, mejor que cualquier otra cosa, el sentimiento de angustia, vacío y desarraigo del hombre moderno.

Pese a que en Ulises se nombran las calles sin describirlas, se muestran casas, se cruzan puentes, se entra a restaurantes, cafés, cantinas y burdeles, y se nombran iglesias y sedes gubernamentales sin que en ningún caso medie alguna introducción o explicación, esa ciudad parece la ciudad propia, a la que se accede con naturalidad como si todos sus sitios fueran nuestros sitios habituales.

La descripción de Dublín, o mas bien, la reconstrucción que de  ella se hace en el Ulises, tiene dos fuentes principales: el narrador y la conciencia de los personajes; en este trabajo se hará énfasis, primero en la Dublín que podemos los lectores reconstruir a partir de las descripciones del narrador y en algunas de las, a mi parecer, mas llamativas referencias homéricas que la ciudad o el espacio como tal, permiten desarrollar a Joyce. Y luego, en la medida de lo posible, se observará el Dublín que se refleja en la conciencia de los personajes, y se tratará de pasar la vista de la ciudad, como espacio en que se desarrolla la novela, a la dimensión simbólica de la misma que, como construcción metafórica, permite tirar un puente que une a Ulises con la Odisea y posibilita además, el desarrollo del monólogo interior.

Como ya se señalo en el Ulises, el nombrar los lugares, más que la evocación pictórica, es la manera como se aborda la reconstrucción de la ciudad: se nombran las calles, las iglesias, los monumentos, los parques, las cantinas, en un acto que parece de invocación, se llama la ciudad reclamando su presencia por medio de una sucesión  de los nombres de sus diferentes lugres:

“Delante de la columna de Nelson los tranvías disminuían la marcha, se desviaban, cambiaban de trole, se encaminaban hacia Balckrock, Kingstown y Dalkey, Cloksea, Rathgar y Terenure, Parque Palmerston y Rathimines superior, Sandymout green, Rathmines, Ringsend y Sandymount toser, Harold’s cross…”

También se presentan en Ulises formas de descripción que van más  allá de la mera nominación y que muestran, pese a localizarse en un solo detalle, imágenes más vivas de la ciudad y puentes metafóricos que unen al Ulises con la Odisea.

Así, por ejemplo, en el capitulo I, o “Telémaco”, donde no suceden muchos hechos explícitos, aparecen claramente definidos: la torre en que vive Stephen Dedalus,  y la relación espacial y metafórica con la mar, que pone de manifiesto la relación con la obra homérica y permite establecer un paralelo entre la escena de Stephen, la compañía de Buck Mulligan y Haines, que no lo satisfacen, su abandono de la torre y su tristeza, con la escena de Telémaco rodeado de los pretendientes de su madre, quien se siente abandonado y solo a causa de la ausencia de Odiseo.

Sin embargo, es claro también que cuando se pasa de la mera nominación a la descripción no se presenta tampoco una descripción mas o menos detallada del lugar, ni una visión de conjunto del mismo, sino, que se nombra un lugar y luego se aísla un detalle del mismo, sin que este se contextualise señalando, por decir algo, la calle en que se encuentra, o la relación espacial del lugar con el conjunto de la ciudad.

Se nombra, por ejemplo: “la vidriera de Yales e hijos” y se aísla un elemento como lo es el anteojo de larga vista; o se hace referencia al cementerio para luego aislar algunos de sus detalles, sin intentar ninguna contextualización espacial:

“cruzó la esquina de la calle Naussau y se detuvo delante de la  vidriera de Yales e hijos, apreciando los anteojos de larga vista” (194)

“el señor Bloom caminó inadvertido a lo largo de los árboles, pasando ante ángeles entristecidos, cruces, columnas quebradas, bóvedas de familia…” (142)

En el capítulo del Hades (VI), además de la descripción aislada que se acaba de señalar, la ciudad, o mas bien su corazón[2], el cementerio, da pie a otra clara referencia homérica: Cuando Ulises visita el Hades, morada de los muertos, en busca de noticias de su patria y de su viaje de regreso; así mismo, Bloom piensa en su padre muerto, como Ulises lo hace de su madre.

Además de los detalles descritos, en el Ulises se pueden encontrar juegos de proyección sonora de la ciudad. En el episodio de las sirenas, como su nombre referencial hace pensar, se encuentra un claro ejemplo de algo que se podría llamar descripción sonora, en la forma en que se presenta la actividad de la cervecería Guinness que, de alguna manera, permite oír lo que ocurre en Dublín:

“carreros de toscas botas hacían rodar opacosonantes barriles que resonaban opacamente desde los almacenes Prince y los tiraban en la chata cervecera.  En la chata cervecera tiraban desde los almacenes Prince opacosonantes barriles hechos rodar por carreros de toscas botas” (147)

En algunos pasajes, el alejamiento a cualquier intento de representación realista se acentúa más, en especial en las innumerables descripciones metafóricas de la ciudad que están a cargo del narrador.

En el episodio de Eolo, Bloom es descrito, al salir de las oficinas del periódico,  desde el punto de vista de otros dos personajes que lo miran desde la ventana.  En la escueta descripción que se ha hecho de Bloom: un corredor de publicidad, forastero y burgués, y en la descripción del cortejo callejero que hacen estos dos personajes que presentan a Bloom caminando seguido por unos niños, uno de los cuales hace zigzaguear una comenta tras de él, se pueden encontrar en este episodio, ayudándonos de William Yorck Tendall[3], dos referencias metafóricas.

Por un lado la cometa: Bloom seguido de los niños es como una cometa al viento en su transitar por Dublín. Por el otro, a partir de la “estela” que deja Bloom como la que deja un barco, permite entroncar el texto de Joyce con el de Homero por medio de un movimiento metafórico que va de Bloom=barco a Bloom Ulises pasando por Barco = Ulises.

De similar manera, las descripciones metafóricas que se encuentran a lo largo del Ulises y muchas alusiones espaciales (por medio del juego con los nombres)  reflejan el afán de Joyce de construir un puente entre su Ulises y la Odisea.

Es así como se entra en una dimensión simbólica de Dublín cuando se deja de lado la nominación y la descripción aislada,  haciéndose  cada vez mas transparente la presencia de la Odisea y de sus figuras que se ocultaban tras la constante nominación de lugares y espacios dublinenses. 

La segunda fuente en que se encuentra información sobre Dublín en el Ulises es la conciencia de los personajes. La conciencia de Bloc mas que la  de Dedalus, se constituye en el principal conductor de imágenes que, a diferencia  de lo sucedido con el narrador, proporciona mas que imágenes de la ciudad pues refleja aspectos de la cultura urbana: canciones, publicidades etc. e introduce además de la dimensión simbólica ya mencionada una dimensión histórica que permite superar el lapso de tiempo de aquel 16 de junio de 1904,  evocando diferentes momentos y hechos de la historia irlandesa.

Por ejemplo, cuando rumbo al cementerio, Bloom pasa por la calle en que vive, su mente toma nota de esa parte de la ciudad en medio de otros reflejos de la vida urbana:

“al dar vuelta en la calle Berkeley, cerca de la cuenca, un organillo callejero envió hacia ellos, persiguiéndolos, un travieso canto retozón de café-concierto. ¿Ha visto alguien aquí a Kelly? Kas e elle i griega. Marcha fúnebre de Saul. Es tan malo como el viejo Antonio. Me dejo en mi propicio. ¡Pirueta!  La mater misericordia. Calle Ecles. Por ahí mi casa. Gran lugar. Pabellón para incurables…donde murió la vieja señora Riordan” (127)

En otras ocasiones, gracias a la determinación histórica de la conciencia humana, que escapa a los límites del 16 de junio de 1904,  se va configurando en el Ulises una presencia histórica, por ejemplo, con la evocación de héroes  nacionales irlandeses por medio de sus monumentos.

Finalmente, cabe señalar que el Dublín del Ulises es  una ficción calcada de la real por medio de la referencia a las calles, parques, bares, monumento etc. en la cual, por medio del ejercicio de constante nominación que realiza el narrador,  se forma toda una ideografía  que revela la constante sombra de la odisea, así mismo, a través de la conciencia de los personajes, la ciudad aparece como una entidad física y simbólica  que vive en el tiempo real de la historia de irlanda a la ves que en el tiempo ficticio de la historia personal de los personajes de la novela.

Por: Jesús Alejandro Villa


[1] JOYCE, James. Cartas, 146. en: YORK TINDALL, William. Guía para la lectura de Joyce. Monte Ávila. P,  161. 
[2] Órgano al que se dedica en el esquema de Joyce el capítulo del Hades.
[3] Ver. YORCK TENDALL, William. Guía para la lectura de James Joyce. Monte Ávila. 1969.