diciembre 06, 2011

A propósito de la participación de jovenes menores de edad en el paro

En los últimos días miles de jóvenes y niños, en todo el país, participaron en movilizaciones de protesta contra el acto legislativo que modifica las transferencias e incluso, muchos estudiantes de secundaria, en las principales ciudades del país, se declararon en asamblea permanente o en paro, lo que afectó el normal desarrollo de las instituciones educativas.



Este cese de actividades, y en general, la protesta que los jóvenes vienen realizando, tiene un carácter nuevo y sin precedentes en el país. En muchas instituciones, por diferentes motivos, los educadores no entraron al paro del magisterio, por lo que venían laborando con normalidad, sin embargo un día, sin mucho preámbulo, los estudiantes del bachillerato deciden participar de forma masiva en la protesta con cese de actividades académicas, movilizaciones, mítines, toma de colegios y bloqueo de vías. Lo anterior, unido al apoyo de muchos padres de familia a la protesta, terminó convirtiendo un, en principio paro del magisterio, en un paro de las comunidades educativas, que fue protagonizado por más de 900 mil estudiantes en todo el territorio nacional.

Como es de esperarse, esta decisión tomo por sorpresa a directivas y profesores, pero sobre todo al gobierno, pues en Colombia no hay precedentes de una movilización de estudiantes de secundaria como la que se dio a finales de mayo de 2007, fechas que, muy seguramente, serán recordadas como iconos del movimiento estudiantil secundario, y tal vez, como punto de quiebre en el surgimiento de una nueva generación de colombianos con mayores niveles de conciencia social, defensa de sus derechos y más cercanos a la primavera democrática que vive América Latina.

A muchos adultos, además de la sorpresa, los invadió una gran preocupación, pues ver niños cuyas edades oscilan entre los 10 y 17 años de edad participando en las protestas impone inmediatamente preguntas en torno a si un niño, de dichas edades, esta en capacidad de asumir con seriedad y responsabilidad un paro, una movilización, un mitin y otras acciones de protesta , ó más bien solo piensan en perder clase para irse a jugar futmbol o videojuegos y, en el peor de los casos, participar en las protestas por recocha, sin medir las consecuencias de sus actos

Para ahondar esta preocupación, los medios de comunicación, como de costumbre, dan gran énfasis al cubrimiento de los pocos hechos que se pueden considerar violentos o cuando los ánimos están mas caldeados, como en el municipio de Copacabana, cercano a Medellín, donde algunos jóvenes participan en desmanes contra la fuerza publica e incluso terminaron detenidos varios niños que no superaban los doce años de edad, ó en soacha, donde se bloqueo la autopista de ingreso a Bogota por cerca de 8 horas y se presento un despeje violento de la vía por la fuerza publica.
Hay que resaltar que el gobierno, respaldo en los informes de prensa, no tardo en decir que "fuerzas oscuras" estaban manipulando y hasta amenazando a los jóvenes y maestros, cosa que pronto fue desmentida por unos y otros.

Una observación mas detenida y desapasionada del asunto, de la participación de los jóvenes en el paro, hace evidente que los casos de violencia que se han presentado por los jóvenes han sido protagonizados por una pequeña minoría, que en muchos casos los jóvenes se han comportado responsablemente, por ejemplo, entregando pacíficamente los colegios tomados, retirándose masivamente de una movilización cuando ven algún foco de violencia o una provocación por parte de actores externos, incluida la fuerza publica, o controlando a los niños que se comportan inadecuadamente durante una movilización, lo cual demuestra una profundo rechazo, de la mayoría de los jóvenes, a la violencia.

Por otra, parte me parece de suma importancia resaltar que, cuando un joven trata de defender derechos como el de la educación es por que tiene un proyecto de vida, donde continuar sus estudios es importante. El joven espera tal vez llegar a una universidad, hacerse profesional y ser un ciudadano productivo para el país; lo cual no es poca cosa, sobre todo si se trata de un joven de una barrio, como tantos barrios en Medellín y otras ciudades del país, donde, durante años, la única opción que los jóvenes tenían era unirse a grupos ilegales, acrecentar la violencia de nuestro país y seguramente morir igualmente jóvenes. Estos muchachos están defendiendo un proyecto de vida que puede romper el círculo vicioso de violencia, que por años, ha vivido nuestra ciudad.

Que un joven hoy piense en movilizarse frente a algo que considera le vulnera sus derechos, en vez de simplemente buscar la vía "fácil" que le ofrecen los violentos, muestra claramente que algo esta cambiando en este país.

Es entonces justo que los adultos, el gobierno, los padres de familia y los profesores los escuchemos, así no compartamos algunas de sus acciones o formas de expresión, pues para este país seria trágico perder otra generación más en la maraña de la violencia.

Por: Jesus Alejandro Villa Giraldo
Medellin, Julio de 2007
Publicado en: Revista Opine