
Es muy común,
por lo menos en mi país, que personas con la mayor seriedad y rostro compungido
sostengan que es PECADO botar la comida;
muy devotos estos personajes encuentran un particular indicio de
malevolencia en desperdiciar lo que otros pueden necesitar, sin embargo, esas “buenas
intenciones” son tan fútiles como el orar por alguien: son inocuas y, por demás
ridículas. ¿Acaso esa comida que yace como
desperdicio en la cesta de basura si me la hubiera tragado todita hubiera alimentado
a alguien? Ó ¿acaso las oraciones del creyente por la suerte de los millones de
niños que sufren de hambre ayuda en algo a alguno de ellos? Obviamente no. (Jesus Villa)
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